LA MONA LISA DEL PRADO

Mona Lisa (1503), taller de L. da Vinci
En 2010 el museo del Prado recibió una petición de préstamo por parte del museo del Louvre para la exposición temporal, que se inauguraría a finales de marzo de 2012, Lúltime chef-d'œuvre de Léonard de Vinci, la Sainte Anne, sobre una de sus obras consideradas menores, una copia anónima datada en el primer tercio del siglo XVI, de La Gioconda de Leonardo da Vinci.

Esta obra formaba parte del museo del Prado desde su inauguración en 1819, procedente de las antiguas Colecciones Reales, y a pesar de ser una simple copia del original conservado en el Louvre, estuvo expuesta en las salas del museo, junto a grandes obras del Renacimiento italiano como Rafael o Fra Angélico.

Mona Lisa del Prado antes
de la restauración
La primera constancia documental de esta pintura que se conserva, se encuentra en el inventario del Real Alcázar de Madrid de 1666, que la situaría en la denominada galería de retratos, dentro de la galería del mediodía, aunque seguramente la obra ya se encontraba en España desde las primeras décadas del siglo XVII.

Sobre su llegada a España y procedencia sólo se puede especular. Una de las hipótesis que los historiadores barajan hace referencia a un regalo de Diego Mesía, gobernador de Milán, a la corte española, aunque la hipótesis más plausible es la que señala al círculo artístico del rey Felipe II, formado por destacados artistas italianos, en especial el escultor Pompeo Leoni quien había adquirido de los descendientes de Melzi, discípulo y heredero universal de Leonardo, los Códices Madrid I y II, que actualmente se encuentran en la Biblioteca Nacional de España.

La pintura se consideraba una de las mejores copias del original de Leonardo, a pesar de las claras diferencias, como era el fondo negro.

Mona Lisa del Prado tras
la restauración
El museo del Prado, tras la petición de préstamo, decidió realizar un detallado estudio para determinar como se pintó y cual era su estado de conservación. El estudio técnico realizado fue el habitual e incluyó reflectografía infrarroja, radiografía, fluorescencia inducida con luz ultravioleta y examen con lupa binocular.

Los estudios permitieron saber que la obra estaba pintada sobre una tabla, con unas dimensiones muy parecidas a la de Leonardo Da Vinci (76x57cm la del Prado, 77x53cm la original), de madera de nogal en lugar de roble como se creía, un soporte normalmente utilizado para obras de pequeño tamaño por Leonardo y su taller, como en La Dama del Armiño o La Belle ferronière

Otra de las características que desveló el estudio fue la preparación de la tabla, en lugar de la tradicional capa de yeso, la tabla se preparó con una doble capa de blanco de plomo, una más interna anaranjada y una externa blanquecina, algo propio también de Leonardo y su taller.

Aunque el hallazgo más importante fue el descubrimiento de un paisaje bajo el fondo oscuro. Análisis posteriores permitieron detectar que este fondo había sido añadido más de dos siglos después de finalizar la pintura, sobre una capa de barniz que protegía el original, por lo que se decidió quitarlo.

Similitudes entre la Mona Lisa del Louvre
y del Prado
Las causas por las que se ocultó el paisaje apuntan a un motivo estético, ya sea para adecuarla a una galería de retratos, con fondos oscuros propios de los retratos del barroco, o debido a que el paisaje estaba inacabado en algunas zonas y alguien decidió ocultarlo.

El paisaje que apareció concordaba con el cromatismo y las formas del original, aunque no era el mismo, en la copia del Prado aparecieron representadas formaciones rocosas de un dibujo autógrafo de Leonardo, Masa rocosa, datado entre 1510 y 1515 y conservado en el castillo de Windsor, en lugar de la ciudad de Bobbio, Italia.

También se descubrió que desde el dibujo preparatorio y hasta casi los últimos momentos de ejecución, se repetía el proceso creativo del original, es decir, mientras Leonardo pintaba el original, el autor de la obra del Prado lo copiaba. La prueba más evidente de que las dos obras fueron realizadas al mismo tiempo es que cada una de las correcciones del dibujo original se repite en la versión del Prado, incluso las dimensiones de ambas figuras son idénticas y fueron quizá calcadas partiendo del mismo cartón.
Leonardo pintando La Gioconda (1865) C. Maccari
Aunque entre las dos obras se aprecian varias diferencias importantes, el autor de la copia presenta una pincelada más lineal y precisa, sin sfumato lo que permite un dibujo más nítido y minucioso, que deja ver detalles como las cejas o la juventud de la retratada.

La autoría de la obra recaería en uno de los discípulos que trabajaban en el taller de Leonardo. De entre todos se ha apuntado a Andrea Salai, según el propio Leonardo su discípulo más díscolo, y de quien apenas se conocen obras propias, aunque en el inventario de bienes realizado tras su muerte, en 1524, se encontraba una copia de La Gioconda, o Francesco Melzi, heredero y discípulo preferido de Leonardo, aunque, si como parece la obra del Prado se realizó a la par que la del museo del Louvre, es decir, a partir de 1503, Melzi sólo tendría diez o doce años, demasiado joven para un encargo como este.
Mona Lisa del Louvre (dcha) y Mona Lisa del Prado (izq)
Por su parte algunos historiadores italianos han apuntado hacia la autoría de un discípulo español, como Fernando Yáñez de la Almedina o Hernando de los Llanos, ya que uno de ellos, no se sabe con seguridad quien ya que en los documentos solo aparece como Ferrando Spagnuolo, dipintore, ayudó a Leonardo en la realización del fresco La Batalla de Anghiari en el Palazzo Vecchio de Florencia, entre 1503 y 1506.

También se desconoce el por qué Leonardo realizó dos versiones de la misma obra, algo normal cuando se trataba de retratos oficiales, pero inusual para la esposa de un comerciante. Se ha especulado que podría ser un trabajo de aprendizaje, pero los materiales usados fueron los mismos que utilizó Leonardo, y por lo tanto demasiado caros para el trabajo de un aprendiz, también se ha hablado que fuera una copia ordenada por Giuliano de Medici, enamorado de Lisa Gherardini, o fuera el propio Leonardo el enamorado de Lisa y por lo tanto quisiera quedarse una copia.

La única verdad que se conoce es que Leonardo mantuvo el retrato original de La Gioconda toda su vida.