EL EXPOLIO DEL CLAUSTRO DE SANTA MARÍA LA REAL DE SACRAMENIA

Antiguo monasterio de Sacramenia
En 1925 un excéntrico millonario americano, William Randolf Hearst (inspiración de Orson Wells para su personaje en Ciudadano Kane), se encaprichó del claustro del monasterio cisterciense de Santa María la Real de Sacramenia, Segovia, para decorar los jardines de su castillo de San Simeón en California.

Para realizar la compra, el claustro se encontraba en manos privadas tras la desamortización de Mendizábal, se puso en contacto con Arthur Byne, un arquitecto americano que durante las dos décadas, de 1915 a 1935, que vivió en España compró, robó, engañó y sobornó sin miramientos para hacerse con gran parte del patrimonio arquitectónico español, iglesias, palacios, artesonados mudéjares... que fueron enviados, la mayoría ilegalmente, a Estados Unidos.

El 24 de septiembre compró el claustro junto con el refectorio y la sala capitular por 500.000 dólares y enseguida empezaron los trabajos de desmontaje.

Montaje del claustro en Miami (1952)
Todas las piezas arquitectónicas, esculturas y piedras que lo conformaban fueron embaladas en más de 10.000 cajas numeradas y enviadas por tren hasta Valencia, desde donde, con un permiso de exportación de materiales de construcción, salieron con destino a Nueva York.

De esta manera se perdía un monasterio fundado en 1141 por Alfonso VII de León. Construido entre los siglos XII y XIII, siguiendo las pautas de la arquitectura cisterciense, en un primer momento bajo el estilo románico y posteriormente con el gótico inicial.

Al llegar a Estados Unidos las autoridades portuarias, como medio para prevenir posibles epidemias, mandaron quemar la paja que contenían las cajas por lo que se tuvieron que desembalar todas las piezas y volverlas a guardar de nuevo, aunque en esta ocasión nadie se fijó en la numeración.

Claustro del monasterio en Miami
Se guardaron en un almacén del Bronx, pero con la llegada de la Gran Depresión de 1929 y sus problemas financieros Hearst lo olvidó por completo.

Hasta que en 1952 dos empresarios de Miami, William Edgemon y Raymon Moss decidieron comprarlo y convertirlo en una atracción turística en North Miami Beach.

Las obras se finalizaron en 1964 completando el conjunto con elementos de otras construcciones, como el monasterio de San Francisco de Cuéllar, Segovia, pero los altos costos de la reconstrucción y la construcción de una autopista que alejaba los turistas de la zona hicieron que Edgemon y Moss vendieran el complejo a la iglesia episcopal que le cambió el nombre por Monastery of St. Bernard of Clairvaux, y lo mantiene y alquila para celebrar bodas, fiestas de quinceañeras...