PINTURA ROMANA

Villa de los Misterios, Pompeya
El origen de la pintura romana, al igual que la escultura y la arquitectura, lo encontramos en Etruria y Grecia.

Los romanos conquistaron y asimilaron estas culturas, pero no se limitaron a realizar simples copias sino que, a partir de los modelos etruscos y griegos, plasmaron su propia visión del arte.

Apenas nos quedan ejemplos de pintura romana ya que se realizaban en su mayoría sobre tabla. Los pintores, considerados artesanos, que trabajan sobre este medio poseían un mayor prestigio que los pintores murales.

Gracias a las fuentes literarias sabemos que la temática que predominaba en estas obras era la narrativa histórica, en ellas se representaban las grandes batallas y victorias romanas.

Primer estilo, Villa Arianna, Stabia
Hacia el siglo II, estas representaciones, empezaron a usarse como propaganda política y a exhibirse en el foro. Posteriormente se incluyeron en los desfiles triunfales de los generales victoriosos.

Los restos de pintura romana que nos han llegado son murales decorados con frescos. Los primeros ejemplos los encontramos en el sur de Italia y proceden de la decoración de tumbas, con un marcado estilo helenístico.

Debido a la erupción del Vesubio, en el año 79 d.C., las ciudades de Pompeya y Herculano quedaron sepultadas bajo toneladas de cenizas, lo que permitió conservar los edificios y las decoraciones murales.

A partir de estos restos y a algunos ejemplos de pinturas encontradas en el subsuelo de Roma, como en la Domus Aurea de Nerón, se pudo determinar una serie de características afines que se extrapolaron para definir la pintura romana en general.

Segundo estilo, Villa P. Fanio
Sinistor,
Boscoreale
En las casas romanas apenas había muebles ni ventanas que dieran al exterior, ya que se orientaban hacia el patio interior, el atrium, por lo que la decoración de las paredes permitía una mayor ornamentación, a la vez que se remarcaba el lujo y se suavizaba la sensación de encerramiento.

El análisis estilístico de estas pinturas murales permitió establecer en 1882, por August Mau, una clasificación basada en cuatro estilos, que se ha mantenido hasta hoy.

El primer estilo o de incrustaciones, se extiend aproximadamente desde el 200 hasta el 80 a.C., estaba realizado con estucos que imitaban incrustaciones o revestimientos de mármoles con colores llamativos siguiendo la decoración de los edificios helenísticos

El muro se dividía en tres bandas horizontales, el zócalo pintado a imitación del granito, una zona media imitando el mármol y una superior, a modo de cornisa, realizada en estuco.

Tercer estilo, Casa Vetii, Pompeya
El segundo estilo o arquitectónico, era una evolución del anterior y se desarrolló durante la primera mitad del siglo I a.C., coincidiendo con la época de esplendor de César y Augusto.

Es un estilo plenamente romano en el que se buscaba dar a las habitaciones una sensación de mayor amplitud. Las paredes se revestían de elementos arquitectónicos, que gracias a la perspectiva producía la ilusión de profundidad.

El tercer estilo u ornamental se dio durante la segunda mitad del siglo I a.C. y se caracterizó por la creación de estructuras arquitectónicas irreales.

Los elementos arquitectónicos y ornamentales se aligeraron hasta convertirse en un marco para pequeñas escenas mitológicas, de naturaleza o solitarias y delicadas figuras humanas.

El cuarto estilo o ilusionista, al que muchos historiadores consideran innecesario debido a su similitud con el anterior, se desarrolló desde mediados del siglo I hasta el año 79 d.C.

Cuarto estilo, Villa Vetii,
Pompeya
Mantiene el esquema decorativo del estilo anterior con pequeñas variaciones, la figura central se agranda y aumenta la decoración, con cortinajes y telones.

Después del 79 d.C. apenas tenemos restos pictóricos que nos permitan establecer una evolución estilística.

A principios del siglo II d.C. aparecen pinturas, que recuerdan al cuarto estilo, en las que predomina la masa pictórica por encima del dibujo, y posteriormente, una reiteración de los estilos pompeyanos.

También en el siglo II, destacan los retratos de El Fayum, retratos funerarios en tela o madera realizados con la técnica de la encáustica.