EL VIAJE DEL GUERNICA

En 1937 París se preparaba para la Exposición Universal de las artes y la técnica, que tendría lugar en el verano de ese mismo año.

Picasso trabajando en El Guernica, 
fotografía de Dora Maar (1937)
La república española iba a participar con un pabellón basado en el turismo y el comercio, pero la guerra civil lo cambió todo y el gobierno decidió que el pabellón fuese una denuncia internacional contra la situación que sufría España.

Para ello pensó que el artista vivo más conocido en el mundo, Pablo Picasso, realizara el mural central del pabellón. Picasso empezó a trabajar enseguida en una serie de aguafuertes titulados Sueño y mentira de Franco, en los que se ridiculizaba a Franco y su alzamiento, la idea era convertirlos en postales y venderlos en el pabellón. Pero no acababa de encontrar una idea para plasmar en el mural.
Sueño y mentira de Franco (1937)

En abril de 1937, un mes antes de que se inaugurara la exposición, llegaron a París las noticias del bombardeo de Guernica, una pequeña población al norte de España, por la Legión Cóndor. En la devastación del pueblo de Guernica, Picasso, encontró la inspiración.

Durante un mes se dedicó a pintar intensamente sobre una tela de más de siete metros de largo y cuatro de alto. El cuadro sería en blanco y negro como las fotografías de Guernica que había visto en la prensa.

La Exposición internacional se inauguró en mayo, el pabellón español buscaba llamar la atención sobre lo que estaba ocurriendo en España. Se exhibían obras de diferentes artistas como Miró o Benlliure, además de fotografías y carteles propagandísticos de la guerra, y en el centro, el mural de Picasso.
El Guernica en el pabellón español, París 1937

El gobierno republicano confiaba en el poder de atracción de Picasso, por eso aunque el pintor se había negado a cobrar, la república le pagó 150.000 francos.

En España la guerra continuaba, Negrín sucedió a Largo Caballero al frente del gobierno republicano, lo que causó el cambio del embajador de París. Ante esta situación de cambios, cuando en enero acabó la Exposición internacional no hubo nadie que se hiciera cargo del Guernica y fue el propio Picasso quien recuperó el cuadro.

Fue cuando el Guernica empezó su primera gira, la idea era exhibirlo durante unos meses en varias ciudades europeas y recaudar fondos para la causa republicana.
El Guernica en el MOMA, Nueva York
En 1939 Franco estaba a punto de ganar la guerra, el gobierno republicano debía huir de España, y en el caos de la fuga se perdió, entre otros muchos documentos, el recibo de compra del cuadro a Picasso.
Días después de la victoria de Franco, el Guernica fue embarcado en el buque Normandía rumbo a Nueva York. Ante la inminencia de la II guerra mundial, Picasso le pidió a su amigo Alfred Barr, director del MOMA, que el museo se hiciera cargo del cuadro y los estudios que lo acompañan hasta que en España se reinstaurase de nuevo la república.

Antes de instalarse en el MOMA, la obra realizó una gira por Estados Unidos, con la finalidad de recaudar dinero para los exiliados españoles.
Fotografía Dora Maar (1937)

La estancia provisional del Guernica en el MOMA duraría 42 años.

En la década de lo 50 emprendería una nueva gira por diversas ciudades europeas. En los traslados la obra era enrollada y desenrollada, perdiendo flexibilidad. Ante el mal estado de la pintura, Picasso pidió que no se volviese a mover de Nueva York.

A pesar de haber pasado gran parte de su vida en Francia, Pablo Picasso seguía muy apegado a los amigos y costumbres españolas, y aprovechaba sus estancias en el sur de Francia para asistir a diversas corridas de toros. Aprovechándose de esto, a finales de los años 60, el gobierno franquista intentó utilizar su amistad con el torero Luís Miguel Dominguín para llevar a cabo la operación regreso.

El gobierno trataba de recuperar el Guernica dejando las puertas de España abiertas, tanto al pintor como a la obra. Picasso se negó a que el cuadro sirviera para mejorar la imagen del régimen y en noviembre de 1969 pidió a su abogado, Roland Dumas, que redactara un documento que fue enviado al MOMA y en el que reiteraba que el Guernica y las obras que lo acompañaban sólo serían entregadas al gobierno español cuando las libertades públicas volvieran a España.

Tras este desplante al régimen, el Guernica y Picasso se convirtieron en un símbolo contra la dictadura franquista.
Dibujo preparatorio para El Guernica (1937)

El 20 de noviembre de 1975 moría Franco, Picasso lo había hecho dos años antes, se abrían así las puertas para el retorno del Guernica a España. Aunque el director de escultura y pintura del MOMA, William Rubin, no lo tenía tan claro, Picasso quería que el cuadro se quedara en el MOMA hasta que en España se estableciera un gobierno republicano y España era una monarquía.

Los hijos y herederos de Picasso, a su vez reclamaban los dibujos preparatorios del Guernica, según ellos el gobierno español sólo tenía derecho sobre el cuadro.
Dibujo preparatorio para El Guernica (1937)

Ante toda esta situación, Rafael Fernández Quintanilla, un diplomático español destinado en París, descubrió que el gobierno republicano había hecho un pago de 150.000 francos por la obra, lo que legitimaba al gobierno español como dueño del Guernica.

Tras una intensa búsqueda se consiguió el recibo del pago y empezaron las negociaciones con el MOMA. En cuanto a los herederos de Picasso, el gobierno español los amenazó con diversas demandas, de cuyos costos deberían hacerse cargo, ya que según el testamento de Picasso, en la herencia quedaban exentos el Guernica y las obras que lo acompañaban.

El 10 de septiembre de 1981 el Guernica llegó a Madrid. En un primer momento se instaló en el Casón del Buen Retiro, en una urna de cristal blindado y custodiado por la guardia civil.
Casón del Buen Retiro
Su último viaje lo realizó en verano de 1992, cuando fue trasladado definitivamente al Museo Reina Sofía.